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¡Respiro mucho, pero mucho mejor!

Me llamo Claudina Arreola, soy una mujer de 66 años que durante 45 años, entre muchas otras cosas importantes, se la pasaba fumándose su vida. Es decir, fumaba un cigarro cada 15 minutos, o sea 3 cajetillas diarias, excepto si estaba dormida.  No es sino hasta hace 2 años y medio que pude dejar de fumar mediante una hipnoterapia de 5 días. Al principio me sentí mucho mejor, dejé de toser y de tener flemas, caminaba 45 minutos diarios a paso rápido, sin embargo, me daban ataques de ansiedad que combatía comiendo rápidamente un kilo de gomitas azucaradas y empecé a subir de peso.

Pasados 2 años sin fumar, observé que con frecuencia se me dormían los dedos de los pies y de las manos y que la punta de cada dedo estaba amoratada, notaba con horror que cada vez respiraba con más dificultad, me ahogaba fácilmente, mi rostro estaba siempre enrojecido.

En noviembre pasado, decidé atenderme en el Instituto de Enfermedades Respiratorias. (INER). Después de los exámenes pertinentes me diagnosticaron EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva crónica), el daño era irreversible y lo único por hacer era impedir que siguiera avanzando, debía evitar esfuerzos que implicarán mayor oxigenación, caminar en lugares planos, sitios donde hubiese mucha gente y fumadores, cambios bruscos de temperatura, enfriamientos, humedad y debía vacunarme cada dos y cinco años contra enfermedades bronquiales, etc. Finalmente, en febrero de este año, me dieron el tratamiento que debo seguir de por vida: aspirar 2 litros de oxígeno por minuto, mínimo por 15 horas al día y un broncodilatador cada 12 horas.

Sin embargo, el enfisema no era el único problema de salud, padecía una serie de malestares que formaban parte de mi vida (desde hacía 25 años o tal vez más). Me habían tratado con todo tipo de medicamentos, sobretodo antibióticos, yo padecía catarros frecuentes, presión alta, dolores en las articulaciones, neuropatía leve, el vientre siempre inflamado, agruras, acidez que me quemaba la tráquea, temblor interno por bajas de azúcar, cada vez me sentía peor, estaba deprimida, cansada, me dolía la cabeza, tenía calambres frecuentes en pies y manos, y una comezón y ardor en la espalda y en el cuero cabelludo, mi piel no soportaba una ducha caliente, sólo agua templada o fría y para colmo era alérgica a los productos lácteos.

En enero de este año, mis achaques, como yo los llamaba, me tenían desesperada. Sin embargo, gracias a que la hija mayor de marido, queriéndome ayudar, me hizo una cita con Mónica, no tanto para que me atendiera lo del enfisema, puesto que era irreversible, sino por verificar si mis malestares eran de origen alérgico. 

Y así fue, Mónica me diagnosticó que era alérgica al calcio, vitamina B, lácteos, trigo, centeno, cebada, mis hormonas, grasas, levadura, tabaco, azúcar y telas. Me indicó una nueva forma de alimentarme de manera sana 

Se iniciaron tratamientos NAET cada semana, para eliminar las alergias al calcio, vitamina B, lácteos, azúcar, trigo, centeno, cebada, levaduras, etc. Conforme se eliminaban mis alergias, empecé por tener mayor energía, desaparecieron los calambres, mi piel es menos sensible al calor, sigo bajando paulatinamente de talla, no tanto de peso, así que me siento más ligera, mi presión se estabilizó, no tengo agruras, mis intestinos funcionan a la perfección y, por si fuera poco, la cándida desapareció y lo más sorprendente y maravilloso para mí, por lo que guardo un agradecimiento indescriptible hacia Mónica, es que: ¡Respiro mucho, pero notablemente mucho mejor! Mi cara, mis pies y mis manos han tomado un tono más natural. 

En mayo tuve mi cita de control en el INER y la doctora de ahí, atribuyó mi mejoría a los medicamentos que me recetó y a que bajé de peso, sin embargo, yo no me había aplicado los medicamentos recetados ni el oxígeno, porque estoy en trámites con el Seguro Social para que me los proporcione. Dado el resultado, en tres meses me harán otros estudios para revalorar mi enfisema.

Pero mi alegría no termina ahí, Mónica me asegura que cuando termine de hacerme todos los tratamientos de NAET necesarios, podría incluso no tener necesidad de aplicarme el oxígeno. Yo estoy convencida de ello, sencillamente porque estoy disfrutando de un cuerpo más capaz, más sano, he recuperado mi calidad de vida, gracias a Mónica y a sus métodos integrales y a la gran calidad humana con que trata a nosotros sus pacientes. 

Claudina Arreola

México, D.F.

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